Los hijos nacen sanos, buenos, lindos, ellos tienen la naturaleza amorosa pero somos los padres quienes los dañamos o los amamos hasta convertirlos en personas felices y útiles a la sociedad.
Mi trabajo es formar personas educadas y a diario tengo que visitar familias que preocupadas por el bienestar de sus hijos, invierten en cursos que se les enseñe a ser personas exitosas y he aprendido a conocer, hasta con una mirada, quién esa nueva persona que llega a mis manos y qué es lo que necesita, a veces siento rechazo, a los adolescentes no les gusta que nadie les diga qué hacer, como comportarse, pero se que con el amor que les enseño he logrado mucho más de lo que sus padres han conseguido.
Porqué crees que la salud mental de los jóvenes está cada vez más difícil?, tiene que ver mucho con el entorno familiar, de ahí se deriva la mayoría de los comportamientos y problemas que los adolescentes de hoy están pasando, una cosa son los derechos del niño (a la vida, a la salud, a la libertad de expresión), etc... otra cosa es el castigo que sufren los padres por imponer autoridad, la campaña contra la autoridad del padre, está acabando con los valores familiares.
No estoy de acuerdo con ningún tipo de violencia, nadie merece ser golpeado, los niños dependen de sus progenitores y se puede ser padre sin castigar; pero tampoco estoy de acuerdo con las leyes severas donde castigan a los padres por reprender a sus hijos, los derechos de los niños están por encima
de ellos, niños que amenazan
con denunciar a sus padres si los castigan por su mal comportamiento, por un grito, por poner reglas.
Los Derechos del Niño siempre han existido, todas las sociedades se han preocupado por el bienestar de sus
futuros ciudadanos, el problema es la importancia exagerada que se les ha dado
actualmente y esto ha limitado en mucho la autoridad de los padres para
educarlos, eso ha permitido que los padres sean permisivos, que hagan una educación a medias.
Padres de familia si quieren formar correctamente a sus hijos, tienen
que ser firmes, tengan por seguro que ellos, cuando sean adultos, se lo
agradecerán, o sino, los niños
seguirán creciendo a la deriva, sin nadie que los guíe y transmita los valores
que tanto necesitan.
Protocollum
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