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Tengo el honor de conocer a un niño de 4 años de una elegancia sorprendente.
"Que un niño de esa edad me diga buenas tardes, permiso, por favor, me regala esto, no puedo hablarte porque tengo la boca llena, que cuando bajo del carro corre a abrir la puerta para ofrecerme su manita, que utiliza bien los cubiertos y se comporta bien en la mesa y que le diga a su mamá, eres una princesa intocable, ¡¡wow!!" no, no es un cuento de ficción, es la realidad, los aplausos se los llevan los padres, y ese es el trabajo que todos los padres deberíamos hacer con nuestros hijos; algo que aprendí y lo comparto: en los primeros 7 años de edad de los niñas y las niñas es donde se establecen fundamentos para su estabilidad emocional, física y espiritual , pueden quedar marcados para bien o para mal de por vida.
Ese niño es Juán José, mi nieto que cumplió 4 añitos el 3 de Junio, sus padres, desde que el niño empezó a crecer le han ido inculcando los buenos modales, han sido persistentes y no han necesitado azotes, gritos, malos tratos o amenazas, le han dado ejemplo con amor y respeto, pasando tiempo valioso con él, llegan de sus trabajos y se desconectan del mundo tecnológico para acompañarlo (no a hacerle) sus tareas, hablan, tocan guitarra y algo que refleja en la educación del niño, es la vida espiritual, el ejemplo de sus padres ha hecho grandes cosas en el niño.
Hay personas que creen que los modales son para ponerlos en práctica solamente fuera de casa y se olvidan que es precisamente en casa donde comienzan, de nada sirve aparentar reglas de cortesía ante los demás, si dentro del entorno más importante como es en nuestro hogar, somos irreverentes, groseros o hacemos cosas que dicen mucho de quienes somos y que tarde o temprano los sacaremos a flote al momento de relacionarnos.
Recuerden que los padres somos el ejemplo latente en que se afianzarán nuestros hijos, que somos nosotros la imagen a seguir "padres mal educados, hijos mal educados".
Cuando conocemos a una persona, hay un primer impacto que nos deslumbra o nos decepciona; unos años atrás tuve la oportunidad de conocer a un señor de nombre Ricardo F, el caballero de caballeros; amable, pulcro, prudente, serio, decente, elegante, cortés, puntual, muy respetuoso con las mujeres, de unos modales sorprendentes, de un corazón inmenso, claro, sus padres habían hecho de él a un verdadero hombre y confirmé, que en este tiempo los caballeros si existen, y no fue sólo ese primer impacto, era su comportamiento diario con mi familia, con mis hijos, con todas las personas que lo rodeaban.
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De esa manera como vemos a los demás nos ven a nosotros, y a nadie le interesa saber si tiene o no tiene dinero, si es profesional o no, es su comportamiento lo que lo hace millonario, lo demás no importa
Estos buenos modales se han perdido por que ahora las mamas trabajan fuera, los niños comen en el colegio sin nadie que les corrija, es muy difícil que los profesores supervisen o enseñen comportamientos adecuados, por eso invito a todos a reflexionar, aún estamos a tiempo de criar hijos sanos en todo aspecto, hijos exitosos, pues estén seguros que a nadie le interesa tener en su empresa, como pareja o en cualquier ámbito, a personas groseras, a las que uno les huye por la molestia que producen sus malos modales.
Tómense el trabajo de formar un caballero en casa, no es imposible, sólo se necesita un poquito de paciencia, compromiso, responsabilidad, seriedad y el ingrediente más grande, el infalible, el AMOR,
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